Me complico y me quejo por haberme complicado. No me complico y me quejo por no haberme complicado. Me quejo queda, mudamente. Pero a quién me quejo, para qué quejarme. Por quién, en el nombre de quién. Por quien quiero, y por eso me quejo. Por quien se duele sin comprender, por quien se queja aunque no quiera.
Ah, si yo me quejase en vez de equivocarme otra vez de soliloquio. Llenaría a pedales pilas de instancias para que mi maletín de sedosa piel sueca les hallase utilidad, si es que la hubiere, o , en su defecto, la negare.
martes, 3 de abril de 2007
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