A pesar de las muchas contradicciones en las que discurro no llego a la -llamémosle extremidad- extremidad en que otros incurren. Que si cuánto es, que si qué le debo, que si Dios se lo pague…
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Ese enfermizo miedo hacia lo absurdo de tu lamentable indisposición -te-has-cagado- tristemente se resume en un poderoso laxante disuelto en tu último trago de bucólica tila, querido.
lunes, 7 de mayo de 2007
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