A pesar de las muchas contradicciones en las que discurro -joder, es que todo es parecido- no llego a la, llamémosle extremidad, extremidad en que otros incurren. Que si cuánto es, que si qué le debo -pedazo de rima con bebo un huevo- que si Dios se lo pague.
Estruendoso, llanamente. Y sin automatismos.
martes, 30 de enero de 2007
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