Me asomo a la ventana y me asaltan dos dudas. Una deja de serlo en cuanto disparo. La otra me la estoy pensando antes de que se desvanezca. Ese enfermizo miedo de infraser hacia lo absurdo de tu lamentable indisposición, -te-has-cagado-, tristemente se resume en un poderoso laxante disuelto en tu último trago de bucólica tila.
No dirás que no te advierto. So traidora.
viernes, 16 de marzo de 2007
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